‘Zafari’ (29º Festival de Cine de Lima) – entre el simbolismo vacío y la caricatura social
A finales del año 2014, un hipopótamo, bautizado como Safari, fue hallado sin vida en el Zoológico de Caricuao (Caracas, Venezuela), tras ingerir dos o tres pelotas de goma que le provocaron una obstrucción intestinal. A pesar de que días antes el animal presentaba signos claros de malestar, no recibió atención veterinaria a tiempo debido a la falta de personal por las fiestas decembrinas. Poco más se supo tras el suceso. Aunque fue catalogado como un acto de negligencia y se abrió una investigación formal, no hubo mayores consecuencias para el zoológico ni para quienes debían velar por el bienestar del animal.
Este episodio sirvió como punto de partida para que Mariana Rondón construyera a partir de él una oscura fábula en la que el hipopótamo tiene muy poco protagonismo, a pesar de que la película lleva su nombre. ‘Zafari‘ nos introduce rápidamente en el día a día de una familia que reside en un edificio de clase alta que se va deteriorando y quedando cada vez más deshabitado, frente a un pequeño zoológico. La escasez de alimentos, luz y agua lleva a la familia a situaciones extremas que terminan difuminando los privilegios que alguna vez disfrutaron. La llegada del hipopótamo —el mismo que inspiró esta historia— trae consigo a una familia de origen más humilde, encargada de cuidar al animal.
El patriarca de la familia protagonista, Edgar, se muestra inquieto tras la llegada de los nuevos vecinos. Su disgusto es tal que se rehúsa a compartir la piscina del edificio con ellos, a pesar de que él mismo no la utiliza. Conocemos brevemente a su hijo Bruno, quien entabla rápidamente una amistad con el otro hijo de la familia vecina. Esta relación debe creerse por fe, ya que en ningún momento los vemos interactuar de forma significativa. Ambos personajes están tan poco desarrollados que todo lo que les ocurre en el tercer acto resulta forzado y ridículo. Por otro lado, la madre, Ana, saquea comida de los departamentos desalojados en el edificio; esta necesidad de subsistir la lleva a empatizar con los vecinos, principalmente con Natalia, también madre.
Aquí surge una relación interesante y un potencial que se desaprovecha y termina por exponer uno de los grandes defectos de la película. Para Rondón, los personajes de la familia vecina encarnan el arquetipo de la mirada clasista sobre los sectores populares: escuchan reguetón a todo volumen, organizan reuniones ruidosas en la piscina y mantienen, al parecer, relaciones sexuales a plena vista, sin inmutarse ante quienes los observan. Esto no tendría nada de malo si su directora no buscara jugar en la misma línea de Michel Franco y su caprichosa utopía en ‘Nuevo Orden‘: el temor de las clases altas a perder su comodidad frente a una violencia proveniente de una clase oprimida sin matices, demonizada y retratada como una amenaza salvaje.
En la línea de ciertas películas latinoamericanas que sacrifican su autenticidad para conectar con el público europeo, ‘Zafari‘ —a pesar de ser una producción venezolana con participación de países como Perú, México, Brasil, Francia, Chile y República Dominicana— carece de una identidad definida. “Yo quería hacer una película sobre el miedo”, comenta Rondón. Y, en efecto, toda la fábula parece un excelente y efectivo pitch que ha recibido múltiples estímulos fiscales desde hace unos siete años. Claro, la conclusión ya la conoces: la precariedad en la que conviven termina transgrediendo la barrera de clases y demuestra lo salvajes que podemos llegar a ser por igual. Esa tesis resultaría más convincente si Edgar y Bruno fueran realmente corrompidos o influenciados por sus vecinos, quienes, bajo la mirada de la directora, no parecen mostrar ni una pizca de remordimiento o humanidad.
Al final, ‘Zafari‘ se revela como un ejercicio de alegoría forzada que, en su afán de denunciar el miedo en tiempos de crisis, termina reforzando estereotipos y simplificando tensiones de clase. La mirada de Rondón, más preocupada por construir una metáfora digerible para el circuito internacional que por explorar con honestidad las complejidades de su contexto, cae en lo inverosímil. El hipopótamo, convertido en símbolo vacío y superficial, apenas sirve como anzuelo para una historia que aparenta incomodar, pero que evidencia su torpeza justamente cuando intenta ser más de lo que su limitada perspectiva le permite alcanzar.
Calificación final:
1/2
‘Zafari‘ contará con tres funciones los días 8, 11 y 14 de agosto durante el 29º Festival de Cine de Lima. Las venta de entradas está disponible en la web del festival.