‘Vino la Noche’ y ‘Al Oeste, en Zapata’ (29º Festival de Cine de Lima) – humanismo y observación.
“El dolor es temporal” — Esta frase, que oscila entre el consuelo y la reafirmación de fortaleza, funge como un principio fundamental en la formación militar. Actúa como un ancla psicológico en la transición de jóvenes a hombres de combate, normalizando la resistencia al sufrimiento físico y emocional como un componente del deber. En la ópera prima del joven director Paolo Tizón, ‘Vino la Noche‘, documental peruano que recibió el premio del jurado y el de la prensa cinematográfica internacional en el Festival Internacional de Cine de Karlovy Vary (República Checa), nos sumerge en el día a día de operadores especiales de la Fuerza Aérea del Perú (FAP) en su proceso de formación, una unidad de élite sometida a un entrenamiento particularmente exigente.
Tizón, sin dejar de lado su mirada crítica, se distancia de las fórmulas más convencionales que suelen definir este tipo de relatos. Su cámara, siempre alerta y anticipada, quiere que recordemos que debajo de esos uniformes también hay chicos con sueños y esperanza. Jóvenes que titubean al recibir el mensaje de una ex sin saber qué responder, para momentos después verlos estallar granadas. Cuando cae la noche, las risas se apagan, los rostros se desvanecen, y lo que vemos ya no son personas, sino la institución en sí.
En un momento determinado, la imagen se queda en negro, dejando que el montaje sonoro —impecable en todo sentido— transmita la agonía y pesadez del entrenamiento. Es la puesta en escena y el trabajo de sonido los que convierten la obra en una experiencia inmersiva y poderosa. Las imágenes, matizadas y envolventes, hablan por sí solas sin necesidad de más contexto. Este tipo de registro —el mal llamado “documental artístico”— es necesario en un país fracturado y polarizado por el poder que ejercen estas instituciones sobre la gente. Es un recordatorio de que detrás de la dureza e insensibilidad que otorga el poder, hay —o hubo alguna vez— fragilidades humanas.
“La vida continúa”, comenta Tizón citando la obra de Abbas Kiarostami. Y sí, la vida continúa, pero la huella que deja la disciplina y agresividad impuesta por la institución es irreversible, un eco que permanece mucho después de que las imágenes se desvanezcan.
Calificación final: 



‘Vino la Noche‘ contará con dos funciones los días 8 y 11 de agosto durante el 29º Festival de Cine de Lima.
Al Oeste, en Zapata
El cine cubano, pese a las dificultades que enfrenta, ha sido una presencia constante y estimulante en ediciones pasadas del Festival de Cine de Lima, donde personalmente he encontrado más de una grata sorpresa. En 2024, ‘Landrián’, un documental sobre la vida y obra del cineasta Nicolás Guillén Landrián —perseguido y relegado por el régimen— ofreció un retrato impactante y revelador. Un año antes, ‘El Caso Padilla’ nos sumergió en el polémico episodio de la autoinculpación pública del poeta Heberto Padilla, forzado a confesar que era contrarrevolucionario ante una audiencia de intelectuales. Ambos documentales, construidos casi exclusivamente a partir de material de archivo, no solo rescatan figuras clave de la cultura cubana, sino que también nos invitan a mirar críticamente la historia del país y sus tensiones ideológicas.
Alejado de esa línea narrativa, ‘Al Oeste, en Zapata’, del cineasta español radicado en Cuba David Bim, propone un lenguaje profundamente contemplativo en el que el espectador asume el rol de observador silencioso. En los vastos pantanos de la Ciénaga de Zapata, conocemos a Landi, un hombre que subsiste atrapando cocodrilos con sus propias manos para proveer a su familia. Mientras desuella a uno de los cocodrilos, suena una radio que explica el momento histórico: estamos en 2021, en plena pandemia global y en el marco de las grandes protestas en Cuba impulsadas por la crisis económica.
Bim documenta estas imágenes en solitario y con el mínimo artificio, reforzando esa cercanía y contemplación. La mencionada secuencia de la caza del cocodrilo —filmada sin cortes por más de ocho minutos— es de una tensión física alucinante, con una puesta en escena que no interrumpe ni dramatiza. No obstante, es en la segunda mitad de la película —aunque algo menos intensa— donde se profundiza más esta intimidad. Conocemos a Mercedes, la esposa, que atraviesa el bosque buscando carbón en tomas largas que evocan el cine de Béla Tarr. Mercedes cuida de su hijo autista, Deinis, con quien comparte una espera silenciosa por el regreso del padre.
Las imágenes, tan sensibles como contenidas, evitan por completo el miserabilísimo y nos sumergen en una dinámica familiar marcada por la necesidad, sí, pero también por el afecto y la dignidad. La fotografía en blanco y negro, austera y envolvente, convierte el recorrido en una experiencia sensorial de una fuerza expresiva formidable, que tal vez no resuene con todos los públicos, pero que recompensa a quienes estén dispuestos a entregarse a su contemplación.
Calificación final: 

1/2
‘Al Oeste, en Zapata‘ contará con dos funciones los días 8 y 13 de agosto durante el 29º Festival de Cine de Lima.
Las venta de entradas está disponible en la web del festival.